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Historia

Historia sindical

La historia sindical es un amplio campo de trabajo dedicado al estudio del desarrollo del movimiento sindical y de la clase obrera. La principal preocupación de los historiadores sindicales incluye el desarrollo de los sindicatos, huelgas, movimientos de protesta y acciones sindicales, relaciones laborales, y el progreso de la clase obrera y los partidos socialistas, laboristas u obreristas, así como el desarrollo social y cultural de los trabajadores. Los historiadores sindicales también pueden enfocarse en cuestiones específicas de la historia sindical como cuestiones de género, raza, etnias y otros factores no limitados al análisis de clase.

La Historia Sindical se ha desarrollado paralelamente al crecimiento de la conciencia del movimiento obrero, a partir del siglo XIX. Los primeros historiadores sindicales concentraron su atención en las luchas sindicales y los movimientos de protesta, desde un punto de vista esencialmente "institucional": fundamentalmente una historia de los sindicatos y los partidos políticos obreros. Exponentes de esta historia institucional son Sidney y Beatrice Webb, en Gran Bretaña, Sebastián Marotta y Diego Abad de Santillán, en Argentina; Fernando Ortiz Letelier, en Chile, Guillermo Lora, en Bolivia, etc.

Desde los años 1950 y 1960 la historia sindical ha sido redefinida y expandida por un gran número de historiadores, como E. P. Thompson y Eric Hobsbawm en Europa, y Julio Godio en América Latina que comenzaron a prestar mayor atención a las condiciones sociales de vida y trabajo concreta de los trabajadores, aí como los entornos socipolíticos en que se desarrollan.

Movimiento sindical

El movimiento sindical es la parte del movimiento obrero que no tiene entre sus objetivos directos la representación política, sino la laboral. No obstante, la separación entre ambos tipos de actividad es bastante difusa a lo largo del desarrollo de la historia y la organización colectiva de los trabajadores, en dirección a la defensa de sus intereses y de mejores condiciones de trabajo, frente a los empleadores, las organizaciones empresariales y los gobiernos. Sindicato y gremio son palabras habituales para designar las organizaciones de los trabajadores con el fin de representar colectivamente los intereses de la clase obrera. En inglés se utiliza «union» o «trade union»

Un poco de memoria

El gremialismo en la Argentina tiene una larga data y en sus inicios está muy emparentado con el fenómeno de la inmigración, principalmente la europea, quienes llevaron a cabo la creación y organización de las primeras asociaciones gremiales, inicialmente en su mayoría anarquistas (como los italianos Mattei y Malatesta, obreros panaderos que no sólo generaron estatutos formales, sino que armaron una relevante huelga en 1888). Posteriormente tomaron fuerza los socialistas y luego los comunistas.


Recién en 1930, luego de numerosas agrupaciones (FORA, UGT, CORA, FOA, etc.), que consiguen hacer reconocer los primeros beneficios y derechos sociales para los obreros, aparece la Confederación Gremial del Trabajo (C.G.T.) a raíz de la fusión de la Unión Sindical Argentina, de carácter anarcosindicalista, y la Confederación Obrera Argentina, de tendencia socialista. Con ella llega la unidad, aunque fueron muchas las veces en que se fracturó el movimiento obrero argentino en su historia, y muy variadas las características de las centrales que surgieron de cada separación.

Juan Domingo Perón fue quien convierte la CGT en una verdadera organización de masas, base sobre la cual organiza la política social y las transformaciones económicas de su gobierno. También fue "una herramienta crucial" para su retorno al poder en 1973. El papel de la CGT fue fundamental, a tal punto que quedó plenamente identificada con el Partido Justicialista (peronista). El peronismo es la principal agrupación social y política de la segunda mitad del siglo XX y el sindicalismo fue el motor de ese movimiento.

El general Perón en “EL SINDICALISMO EN LA REVOLUCIÓN JUSTICIALISTA”, que un sindicalismo atomizado, sin representatividad social, sin influencia política, colonizado por ideologías extrañas, esa fue nuestra realidad hasta 1943. El proceso revolucionario abierto entonces comprendió, a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión, que había llegado el momento de una etapa integradora y constructiva en la misión del movimiento sindical. Desde entonces el estado no combatió ni ignoró al sindicalismo, sino que lo incorporó a una empresa creadora del país todo, protegiendo sus organizaciones, afirmando sus derechos y definiendo sus responsabilidades. Decía también que la organización política, es una organización circunstancial.

La organización gremial es una organización casi de derecho natural, como la familia. De manera que es lo permanente, lo que prevalece. 

Las organizaciones obreras tienen un gran sentido de responsabilidad de los dirigentes y la férrea organización alcanzada, es por ello que los trabajadores advirtieron que la defensa de sus intereses, solo pueden estar en sus propias manos. 

También decía que: todos los grupos sociales son necesarios para que el estado palpite: tanto la familia, como el sindicato o el municipio, el centro de fomento o la región… todos constituyen la savia que nutre a la nación. Sin ellos, sin el juego de los intereses normales de toda vida humana, sin la libertad para que los hombres se asocien y defiendan sus derechos, sin el respeto de las autonomías locales, el estado se convierte en una masa informe de individuos dirigidos por un gobierno macrocéfalo, absorbente y esterilizador de las ricas posibilidades de la vida social. 

Para finalizar dice del CARÁCTER DEL SINDICALISMO PRIMITIVO: prepotente el capital y ausente el estado, la necesidad de autodefensa de los trabajadores estalló mediante la constitución de agrupaciones de índole clasista, meramente reivindicativas e insolidarias con el resto de la nación. Y ha descrito esta etapa: el abandono estatal fue permitiendo la formación de gremios más o menos enconados contra las asociaciones patronales; y así se dio comienzo a la lucha entre el capital y el trabajo. 

En este orden de cosas, el gremialismo llegó a colocarse frente al estado. Las ideologías extrañas dentro del propio gremialismo formaron gremios subdivididos en fracciones o sectores de distintas ideologías que se combatieron sistemática y permanentemente (…). Los políticos de corta visión entregaron el gremialismo a los filibusteros del campo gremial y a los agentes a sueldo; y con ello si bien medraron políticamente para su conveniencia, fueron envenenando y debilitando el ambiente gremial.

 
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